Se alargan los días...Siente que golpean a la puerta.
Dos
golpecitos, cortos pero decididos.
Sentado del otro lado de la mesa, puede ver la puerta.
Está levemente entreabierta..
tan levemente que sólo un
angostísimo haz de luz
-tan angosto como un hilo-
puede atravesar esa habitación oscura
donde él reposa, aguardando.
Está cansado,
agobiado.
No sabe si abrir.
Se debate en su interior.
Que sí.
Que no.
¿Qué tan
difícil puede ser levantarse del sopor,
ese enemigo cruel que te rodea, te envuelve en su gris manto,
y te encierra, te deja solo en la oscuridad?
¿Qué tan
difícil puede ser liberarse de él?
Muy. Muy.
Debes saber que tu tienes poder...Pero alguien golpeó...
¿Por qué h
abrá tocado?¿Se estará confundiendo de lugar?
No importa.
Basta de dudar.
Está
llamándote, está buscándote.
¿No es eso suficiente?
Camina.
Cada paso es de plomo, de acero, de estaño, de antimonio.
Un pie y después el otro. Pero pesan.
Llega a la puerta.
Sigue vacilando.
Se inclina hacia adelante, estira la mano;
se inclina hacia atrás, retira la mano.
Dale algo a mi existir...Resolución.
Abre la puerta. Mira a los lados.
En el fondo de sus ojos almendra, quedan como borras de café,
como sedimentos bajo el río, una vez que la ilusión se desvanece,
sombras de tristeza y restos de costumbre.
Nadie salió a su encuentro.
¿Habrá demorado demasiado?
Nuevamente lo domina el tedio.
Se nota.
Camina lentamente hasta su asiento.
Pero deja la puerta abierta.
Qué otra cosa importa si estamos aquí...Una vez en su lugar,
visualiza todo el ambiente ahora iluminado.
Es muy lindo.
Austero, sencillo, simple.
No tiene mucha decoración,
no llama la atención,
pero la calidez que emana es notoria.
El juego de mesa y sillas es de madera.
Sobre la mesa espera una taza con un té
humeante.
El frío entra por la puerta junto con el sol.
De nuevo cierta indecisión.
Es que dejar la puerta abierta
permite la entrada de muchas cosas.
La bonita casa ya ha sufrido ciertas ventiscas,
y la hojarasca ensució bastante.
Y siempre es él quien termina ordenando todo.
La que entra con la hojarasca toma el té y se va.
Pero el que limpia el desastre es él.
A veces no tiene ganas de limpiar el desastre...
Voy con el alba, voy a luchar, voy cabalgando por mil caminos...Pero no.
Esta vez va a dejarla abierta.
No importa.
Quizás entre más sol. Eso espera.
O alguna curiosa, sólo porque
la dejó abierta.
[Camina, un paso, dos, tres. Mientras siga adelante no hay problema, pero si se pega el porrazo de su vida...va a estar complicado volver a levantarse. Pero no importa, porque decidió caminar.]