25.1.10

Al infinito y más allá.

Bueno, volvimos a viajar, como bien saben.

Me parece que ya es tiempo de escribir en mi diario.
Un nuevo año ha comenzado, ya 25 días han transcurrido y estoy por ver el alumbramiento del día 26.
El tiempo pasó, sin duda alguna. El año concluido fue de los mejores. Hacía bastante tiempo que no me sentía de esta manera. Minuto a minuto, fue maravilloso. Tuvo sus momentos, como todo; pero ha pesar de haber trastabillado, y de haberme mandado mis macanas, pude aprender de las experiencias. Sacarles el jugo, como quien diría. Tener una visión. Crecer ante mí y ante aquellos que no me creían que estaba creciendo, o que no querían verlo en realidad.
Un paso tras otro, avancé. Lentamente, cuidadosamente, y a veces a las apuradas.
Tuve mis estrepitosos fracasos. Jamás los negué.
Pero también tuve mis hermosos pequeños triunfos.
Frase robada: todavía me falta mucho.

Los días que ahora están en el "ayer" son buenos recuerdos. A veces tengo la impresión de que la sensación se va a ir. Pero no. No, no lo creo. Hay algo que esa magia me contagia, y que cada día vuelvo más mía, algo que no puedo ya perder.

Me intriga el mañana, me llena de curiosidad. Hay pequeños instantes en los que me fascinaría ver qué va a pasar. No tengo miedo. Sé que voy a estar bien.

Me parece que es un tema del enfoque que uno le da. El año que pasó, ese que ya cerré, (que ya cerramos) creo que lo empecé hechizada: segura de que iba a ser perfecto. Y, sin hacer tantos balances innecesarios, con un simple golpe de vista; hoy que miro para atrás, lo sé perfecto.
Y este impulso no es algo que se vaya a agotar, es como una fuerza que mueve mi mundo exactamente en el lugar que quiero estar.

Veremos que digo en el libro del año siguiente. El papel electrónico y la tinta binaria no se acaban jamás.

Saludos, viajeros.