Dos corchos de extremos color rojo rubí a causa de vinos que ya no yacían en sus respectivas botellas; dos manos arrugadas por el peso de los años y de dedos largos con uñas sin recortar, sobre las cuales destacaba la del índice de la mano derecha, que poseía un color ennegrecido debido a una puerta rebelde.
Y moviendo sus dedos hizo que la magia apareciera ante él.
Y en los brillantes ojos castaños que miraban expectantes, se encendió la chispa de la felicidad.
Que viajó y se convirtió en sonrisa, y que a su vez iluminó dos rostros: el propio y el del sabio mago.
Sabio mago que, con paciencia y ternura, repitió el encanto.
Y ella entendió.
Y el mundo fue brillante, chispeante, risueño.
Y ahora la pequeña sabe un truco, pero detrás del truco, queda el recuerdo y detrás del recuerdo, se esconde la verdadera magia.
2 comentarios:
Se nota que te gusto aprender "el" truco.
SI.
Tengo un legado para la posteridad.
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