Rico...
Prohibido,
pero tan deseado.
Aunque nos dijeron que no,
(aunque nos decimos que no),
ejerce tal fuerza atrayente
que uno, pobre,
quiere evitar,
quiere resistir,
pero es tan...
se ve tan...
delicioso.
Uno trata de refrenar el deseo,
de callar el secreto que lleva a cuestas:
Pretende que no mira,
para no caer;
trata de pensar en otras cosas,
trata de satisfacerse con otros...
Pero no hay como ese.
Es tan irresistible.
Provoca aunque no hace nada.
Intentando no ser descubiertos,
lo anhelamos de todas maneras.
Necesitamos que nuestros labios
vivan ese momento,
disfruten de esa dulzura...
Y sin que nadie nos vea,
sucumbimos a la tentación:
nos acercamos,
estiramos la mano,
conseguimos aquello tan pretendido...
Nos derretimos con su imagen,
nos regocijamos con el logro.
Sentimos su textura,
disfrutamos su aroma,
dejamos que nuestros labios sientan
esa explosión calma
ese delicado estallido dentro de nuestra boca,
esa violenta dulzura,
la mansedumbre del mar
y la pasión de las olas;
todas juntas en un mismo momento,
en un solo lugar.
Cada detalle nos envuelve
dándonos sólo goce divino del momento
mientras nos sentimos perseguidos,
pero eso sólo nos produce más placer
y nos deleitamos con ese atractivo sabor.
Finalmente, aunque parece eterno,
el instante se evapora.
Uno deja todo tal cual,
para que nadie, jamás,
note el suceso.
Pero sabe que volverá a experimentar
ese embeleso
ese éxtasis
porque no puede resistir
aquel seductor susurro
de los caramelos prohibidos.
3 comentarios:
caramelos prohibidos??
sabra dios de que hablas ahora...
^^
chivo!
www.mehagoelboludo.net
Ahhhhhhhhhhhhh!!! que poderoso! (mente perversa la mia)
es genial.
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