El anciano simula escuchar todo, sentado en la cabecera de la mesa, con su familia.
No quiere decir que no puede oír todo, a causa de su avanzada edad, porque le obligarían a ponerse este aparatejo en la oreja que él tanto detesta.
Sonríe, simulando, pero está un poco aburrido.
En eso llega la joven, tomando el lugar vacío a su lado, del cual acababa de retirarse su -también- anciana esposa.
La joven tiene la mirada embargada en sentimientos, él puede verlos casi como si ella los tuviera escritos en un papel ante su vista; pero también ve lo mucho que se empeña por ocultarlos.
Ella piensa que él se va a morir pronto, y siente pena.
El anciano, sonriente, le pregunta trivialidades.
-Y digame, m'hija, ¿tiene un muchacho usted por ahí?
-No, tío. Lamentablemente no.
Y se ríen.
-El colegio, ¿cómo anda ese colegio?
-Bien, siempre bien-responde la joven con sonrisa triunfal.
Silencio entre ellos.
Barullo en la larga mesa familiar que sigue charlando.
Ella no se anima a preguntar.
-Yo de pensar todo bien, en lo que tengo problemas es en el corazón.
-¡Ah! mire usted -dice, pícaro- yo tengo pastillas para eso si quiere.
Jajajajajaja.
Risas, risas, risas.
De ambos.
La joven se envalentona, se acerca al oído del anciano y le pregunta -sin querer- tan despacito que tiene que repetirle la pregunta.
-Tío, ¿cómo conociste a la tía?
El viejo comprende que esa es la gran pregunta que ella quería hacer desde hacía tiempo.
La mira, y otra vez puede ver sus sentimientos como si ella fuera transparente.
"Con el 19.
Un día, en un festival.
Toda la tarde había llovido, y yo rogaba porque no lloviera a la noche.
Gracias al cielo, no llovió.
Entonces fuimos al festival con mi grupito de amigos.
Y había una rifa.
Fui a comprar números, obviamente.
La tía estaba ahí, vendiendo.
Y compré el 19.
No va que giran la ruleta, y gana el 19.
Me dieron el premio, y la tía me decía "compre otro", así que volví a comprar el 19.
Y giran la ruleta... y no va que vuelve a frenar en el 19.
Me dan otro premio y entonces compré otro número, el 19 ¡obvio!
Y frena, frena.. ¡y se queda parada en el clavito 19!
Jajajaja
Así que fui a retirar mi premio nomás, y se lo di a la chica que me había vendido los números (la tía)."
-Ahh...
Se acerca la esposa del alegre anciano.
-¿No' cierto que te conquisté con el 19?
-¡Ay, pero no cuentes eso!
Risas del anciano y la joven.
La esposa agacha la cabeza, y admite que fue así.
Levanta un plato de la mesa y se retira.
La joven se queda pensando, y en eso el tío le susurra en el oído:
-Pero, lo que ella no sabía en ese entonces es que mientras caminaba por el festival, yo vi que la ruleta tenía un clavo un poquiiiiito más salido: el del 19.
Entonces cada vez que giraban la ruleta, se detenía en el 19.
Se miran.
Y empiezan a reírse.
(Al siguiente año habían arreglado la ruleta)
"-La gente pregunta sobre esas cosas porque les gusta saber del pasado, los cuentos, las historias de antes. ¿Usted por qué preguntó?
-Porque me gustan los cuentos de antes."
1 comentario:
me hiciste acordar a mis abuelos, nada q ver la historia de como se conocieron, pero nose, me acorde de eso leyendo...
a mi me gustan las historias, aunq algunas q cuenta mi abuela me las sepa de memoria porq las conto 40 mil veces..xD
pero es lindo porq son tan distintas las cosas, las vivencias, los recuerdos, nose.. me gusto este post ninia! ñ_ñ
besotee
::::::.....miaka
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