9.1.12

Mentir.

Me mentis tanto que a veces me sacás de quicio. Tus palabras me envuelven como sogas, me tuercen, me anudan y me llevan y me traen de un lado a otro. Me tienen cautiva. En la oscuridad.
A veces me cuesta ver la verdad. No importa cuántas palabras uses, cuánto quieras negarlo, cuánto quieras ocultarlo. Yo lo sé todo. Te conozco. Desde que naciste, no estuviste un sólo día sin mí. ¿Cómo te atreves a engañarme? Mejor dicho, ¿por qué pretendés engañarme? Vos estás en mí, yo estoy en vos y somos un único ser. No sirve que me escondas, no sirve que me calles, no sirve que simules que no estoy o aparentes que no importa lo que pienso, porque lo quieras o no, fluyo en vos. Estoy en tu sangre, entro y salgo de cada poro de tu piel, recorro tu rostro en tus lágrimas, soy parte de cada pensamiento, me llevas dentro.
No me mientas más, no me lastimes más. Llorá cada vez que te sientas angustiada, gritá cuando sientas que no podés más, sentí por más que quieras evitarlo, sonreí y desternillate de risa cuando seas feliz, recordalo siempre si es que no podés olvidarlo, crecé adquiriendo la sabiduría de todo lo que vivis, pero lo más importante: no te cierres, no te contengas, no trates de dominarte, de medir todo lo que haces. Deja que salga, nada de lo que hagas o pienses está mal. No importa lo que piensen los demás. No importa lo que te digan. Vos tenés tus tiempos. O no, pero no hace ninguna diferencia. Ya sabés que vas a seguir viviendo.
No me mientas. No te mientas. No importa cuánto tejas y destejas, siempre voy a estar ahí para recordarte lo que pensamos, lo que sentimos, lo que queremos de verdad.
Yo.

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