Es... abrumador.
Bastante indescriptible.
Ninguna palabra define el color que está siendo pintado.
Debe ser porque es una mezcla extraña.
¡pero es tan linda!
Cuando la mano quiera manejar el pincel como es debido, aquí se relatarán cosas maravillosas inspiradas en ese pedacito de sol.
Y sigue siendo...abrumador.
¡pero tan feliz!
28.4.09
13.4.09
Recuerdo.
"Cuando yo era chico, vivía en Diamante y nos venían a visitar, a mí y a mis hermanos, nuestros primos, hijos de la hermana de mi mamá, que vivían en el pueblo de San Francisco, en Santa Fé.
Y cuando nos visitaban era una fiesta para mí: jugábamos todo el tiempo, y nos divertíamos muchísimo.
El tiempo pasó y ellos por razones de trabajo del padre se fueron a vivir a Buenos Aires; pero, aún así, cada tanto iban para Diamante. Y era como si el tiempo no hubiera pasado: se imaginarán, toda la infancia mía y de mis hermanos compartida con tantas risas no es algo que se pueda olvidar, no había nada que puediese disolver esa unión que teníamos.
Ya de grandes, soy el único que queda de mis hermanos, con mis 80 años..mi hermana falleció hace poco y tan sólo quedo yo. Pero antes de eso, una de mis primas, que a pesar de la distancia y del tiempo transcurrido mantenía contacto con mi hermana, organizó una visita y se vinieron los tres primos con sus esposos y esposas y una pareja amiga también.
¡Y yo oficié de guía por supuesto!
Estaba muy feliz de poder verlos de nuevo y alojarlos a todos en mi casa y los llevé de paseo a la Nueva Federación, cuando recién la empezaban a hacer de vuelta...y era como si el tiempo nunca hubiese cruzado a través de nosotros, de nuestro vínculo.
Mi lazo con ustedes es igual, aunque nos vemos poco, cuando vienen a vernos, me alegran muchísimo, porque es inconmesurable el cariño, el afecto que les tengo; y me hace feliz que me traigan esta fiesta a mi corazón a esta altura de mi vida.
Asi que sepan, que siempre serán bienvenidos donde esté y que ya estoy ansiando su nueva visita."
Y cuando nos visitaban era una fiesta para mí: jugábamos todo el tiempo, y nos divertíamos muchísimo.
El tiempo pasó y ellos por razones de trabajo del padre se fueron a vivir a Buenos Aires; pero, aún así, cada tanto iban para Diamante. Y era como si el tiempo no hubiera pasado: se imaginarán, toda la infancia mía y de mis hermanos compartida con tantas risas no es algo que se pueda olvidar, no había nada que puediese disolver esa unión que teníamos.
Ya de grandes, soy el único que queda de mis hermanos, con mis 80 años..mi hermana falleció hace poco y tan sólo quedo yo. Pero antes de eso, una de mis primas, que a pesar de la distancia y del tiempo transcurrido mantenía contacto con mi hermana, organizó una visita y se vinieron los tres primos con sus esposos y esposas y una pareja amiga también.
¡Y yo oficié de guía por supuesto!
Estaba muy feliz de poder verlos de nuevo y alojarlos a todos en mi casa y los llevé de paseo a la Nueva Federación, cuando recién la empezaban a hacer de vuelta...y era como si el tiempo nunca hubiese cruzado a través de nosotros, de nuestro vínculo.
Mi lazo con ustedes es igual, aunque nos vemos poco, cuando vienen a vernos, me alegran muchísimo, porque es inconmesurable el cariño, el afecto que les tengo; y me hace feliz que me traigan esta fiesta a mi corazón a esta altura de mi vida.
Asi que sepan, que siempre serán bienvenidos donde esté y que ya estoy ansiando su nueva visita."
El sabio y viejo mago.
Dos corchos de extremos color rojo rubí a causa de vinos que ya no yacían en sus respectivas botellas; dos manos arrugadas por el peso de los años y de dedos largos con uñas sin recortar, sobre las cuales destacaba la del índice de la mano derecha, que poseía un color ennegrecido debido a una puerta rebelde.
Y moviendo sus dedos hizo que la magia apareciera ante él.
Y en los brillantes ojos castaños que miraban expectantes, se encendió la chispa de la felicidad.
Que viajó y se convirtió en sonrisa, y que a su vez iluminó dos rostros: el propio y el del sabio mago.
Sabio mago que, con paciencia y ternura, repitió el encanto.
Y ella entendió.
Y el mundo fue brillante, chispeante, risueño.
Y ahora la pequeña sabe un truco, pero detrás del truco, queda el recuerdo y detrás del recuerdo, se esconde la verdadera magia.
Y moviendo sus dedos hizo que la magia apareciera ante él.
Y en los brillantes ojos castaños que miraban expectantes, se encendió la chispa de la felicidad.
Que viajó y se convirtió en sonrisa, y que a su vez iluminó dos rostros: el propio y el del sabio mago.
Sabio mago que, con paciencia y ternura, repitió el encanto.
Y ella entendió.
Y el mundo fue brillante, chispeante, risueño.
Y ahora la pequeña sabe un truco, pero detrás del truco, queda el recuerdo y detrás del recuerdo, se esconde la verdadera magia.
9.4.09
El aire que respiro está repleto de cariño.
A medida que el tiempo transcurre, se vuelve mejor.
Hay algo, en su risa, en sus historias, que me hacen reír también, aunando la felicidad.
En sus ojos se ocultan la sabiduría, la esperanza, los recuerdos, quizás algo de melancolía.
El atizbo de su mirada te deja embelesado, pensativo: ¿qué será todo lo que ha vivido? ¿qué es lo que hay dentro de él? Está tan repleto de cosas para contar...
Pero no, por lo pronto ríe. Y yo río con él.
Juega y se divierte, voy perdiendo, ¿pero por qué no divertirme también en el proceso?
Al final tendré que pagar mucho, ya lo estoy viendo venir, demasiados circulitos se alinean en mi columna de puntajes y serán quienes darán suma de un precio alto, que estoy dispuesta a pagar en pos de su sonrisa, en pos del momento grato, de nuestra alegría.
A veces cuando lo veo, me parece que él se siente perdido entre la gente.
Escucha todo lo que sus oídos le permiten, pero igual se ve tan solo...
Me acerco a él y lo abrazo, para que sepa precisamente que no lo está.
O por lo menos no lo estará mientras yo esté cerca.
Incluso a mí me puede resultar dificultoso expresar todo lo que siento de vez en cuando.
Pero es increíble lo que él me puede transmitir sin pronunciar una sola palabra.
Una calidez embriagadora, una felicidad contagiosa, un regocijo del tiempo divino que pasamos, un cierto miedo, o para ser exactos, tristeza prematura a su pérdida, interés de saber más, ilusión de poder caminar junto a él en esta vida un poco más, siempre un poco más, anhelos de su felicidad.
Pensar que antes desconocía la existencia de persona tan linda, tan maravillosa: es eso, su presencia ante mi vida me maravilla; es, en definitiva, especial para mí.
Cuando uno está frente a algo tan mágico es imposible no detenerse a admirar su belleza.
Cómo me voy a entristecer cuando ya no esté.
El Tiempo no es mi mejor amigo precisamente.
Apareció ante mí ya mayor, y pronto ya no estará.
Por eso voy a disfrutarlo lo más que pueda, aprovechando cada segundo a su lado al máximo, llevándome lo mejor de cada momento.
Es increíble que cada vez que lo vea, lo quiera más y más.
Hay algo, en su risa, en sus historias, que me hacen reír también, aunando la felicidad.
En sus ojos se ocultan la sabiduría, la esperanza, los recuerdos, quizás algo de melancolía.
El atizbo de su mirada te deja embelesado, pensativo: ¿qué será todo lo que ha vivido? ¿qué es lo que hay dentro de él? Está tan repleto de cosas para contar...
Pero no, por lo pronto ríe. Y yo río con él.
Juega y se divierte, voy perdiendo, ¿pero por qué no divertirme también en el proceso?
Al final tendré que pagar mucho, ya lo estoy viendo venir, demasiados circulitos se alinean en mi columna de puntajes y serán quienes darán suma de un precio alto, que estoy dispuesta a pagar en pos de su sonrisa, en pos del momento grato, de nuestra alegría.
A veces cuando lo veo, me parece que él se siente perdido entre la gente.
Escucha todo lo que sus oídos le permiten, pero igual se ve tan solo...
Me acerco a él y lo abrazo, para que sepa precisamente que no lo está.
O por lo menos no lo estará mientras yo esté cerca.
Incluso a mí me puede resultar dificultoso expresar todo lo que siento de vez en cuando.
Pero es increíble lo que él me puede transmitir sin pronunciar una sola palabra.
Una calidez embriagadora, una felicidad contagiosa, un regocijo del tiempo divino que pasamos, un cierto miedo, o para ser exactos, tristeza prematura a su pérdida, interés de saber más, ilusión de poder caminar junto a él en esta vida un poco más, siempre un poco más, anhelos de su felicidad.
Pensar que antes desconocía la existencia de persona tan linda, tan maravillosa: es eso, su presencia ante mi vida me maravilla; es, en definitiva, especial para mí.
Cuando uno está frente a algo tan mágico es imposible no detenerse a admirar su belleza.
Cómo me voy a entristecer cuando ya no esté.
El Tiempo no es mi mejor amigo precisamente.
Apareció ante mí ya mayor, y pronto ya no estará.
Por eso voy a disfrutarlo lo más que pueda, aprovechando cada segundo a su lado al máximo, llevándome lo mejor de cada momento.
Es increíble que cada vez que lo vea, lo quiera más y más.