El banco de al lado.

Me gusta de vez en cuando echar un ojo al banco de al lado y encontrar en él a la persona que me hace feliz.
Saber que ese banco, que ha tenido una historia un poco dicifil, hoy está completo por una persona que me hace bien más allá de todo.

¿No es lindo acaso saber que quien nos acompaña, quien está al lado nuestro la mayor parte del tiempo, es alguien con quien nos llevamos bien?

Imaginen lo tedioso que sería tener al lado a una piedra.
Una persona a la que le haces un chiste y no se rie;
o a la que le contás algo y no se inmuta,
una persona que si te ve triste no te de ni pelota,
que cuando estes en un momento bodrio te lo hace más aburrido que nunca,
o al lado de una persona que es mala y te fastidia
o que no es mala ni buena, pero con la que no hay mucho feeling
...
¿Acaso no es horrible?

En estos años el banco ha sido ocupado por muchas personas, como ya es sabido,
pero esta persona, la actual, no lo ocupa, sino que hizo de ese lugar, su lugar, un lugar que nadie, nunca podrá tener.

Pero ¿qué sucederá cuando el ámbito cambie y al mirar a mi lado ya no esté esa persona?
¿En compañía de quiénes se encontrará mi ser en ese entonces ?

Este camino es un recorrido que esta lleno de cruces, y en cada puerta que atravesamos, cada pueblo que dejamos atrás, también dejamos detrás a sus pueblerinos, con quienes pasamos una valiosa cantidad de momentos y situaciones.

Crecer es enriquecerse de las nuevas posibilidades y sacar de ellas lo mejor posible, es cruzar el umbral y fusionarse con los nuevos; porque donde sea que empecemos todos seremos nuevos.

Adoro conocer nuevas personas, pero...¿qué me va a pasar el día que mire a mi izquierda y esa persona ya no esté?

Desde ya, entonces, incio mi época de desapego-apego, para no perderme ni un segundo a su lado hasta ese entonces y para que en ese entonces no me sienta sola
...sino que pueda ver el banco de al lado... repleto de vos.