Lo releí tantas tantas tantas veces.
De la estupefacción, al cortocircuito cerebral, a la pérdida de motricidad o mejor dicho, a la torpeza en la motricidad, al llanto atravesado (¿por qué estaba en clase, qué hacía en clase?) y...verificar de nuevo "¿esto realmente está pasando?".
Salir, cumplir con mi rol de acompañante, el cerebro en otro lado, subir al colectivo.
Chocarse con medio mundo, tirar una bolsa, sentarse en el lugar de otra persona.. (realmente, ¿dónde estabas cerebro, por qué te fuiste con la motricidad?)
Releer el mensaje treinta y siete veces más.
Y de repente el aire que no llega, el llanto que quiere salir, el pecho que duele.
Bajar en la plaza.. darse cuenta de que está cerrada por arreglos (....)
Mirar el piso, ver el pasto... rendirse, y contestar el mensaje, escribir una cosa tras otra, todo lo que va manando, dejar fluir, llorar tranquila al fin, pensar en el antes, pensar en el ahora... mirar el cielo.. ver las estrellas... y ver que llamás.
Gracias.
♥
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