Estoy acá, pensando en vos.
¿Qué te pasará? ¿Qué puedo hacer para ayudarte, para que estés bien? ¿Qué es lo que andará pensando esa cabecita loca?
Me pregunto.
Te pregunto.
Siento la respuesta dentro mío, pero espero que no sea así.
Espero hasta que vistas tu cuerpo, -tu mente-, de valor y sensatez.
Aguardo a que las palabras tan guardadas que tenés empiecen a manar de tu boca como un río.
Fluyen, bravas, bravías, todas revueltas, corren rápido en un sólo sentido: la destrucción de lo nuestro.
Me empiezo a ahogar.
Tu río se detiene.
El mío empieza a fluir.
Suave, triste.
Entiendo.
Quisiera que no fuera así. Busco posibles que según tu voz no son posibles. Bajás la barrera y no puedo cruzar más. Hasta acá el camino. Bruscamente una cortada, y sólo queda salir como se puede y buscar otra vía.
El tiempo pasa.
Te veo dedicarte más a vos, a tu cuerpo.
Te veo hacer sociales con gente nueva y no tan nueva,
Te veo llegar e irte de casa a cualquier hora.
Me pregunto ¿qué hago en esta casa todavía?
Pero vos llegás y me decís "¿Miramos una peli en el sofá?"
O me llamás a dormir con vos.
Me despertás con el desayuno.
Hacés mi cena favorita.
Y en mi cabeza corren quinchicientas hormigas en todas direcciones, trayendo y llevando hojitas, ramitas, piedritas, tratando de armar un rompecabezas que no tiene sentido.
Te vuelvo a preguntar, y tu negativa es rotunda.
¿Entonces por qué hacés esas cosas para mí?
No podés decidir dejarme y después querer hacer cosas conmigo.
Diría que es egoísmo, pero no.
Eso es sencillamente crueldad.
¿Qué hago acá?
Cada gesto me duele.
Cada acción es una áspera laceración en mi ser. Un nuevo magullón.
Una nueva aflicción. Un nuevo dolor.
Soy vulnerable de todas y cada una de tus acciones. De todas y cada una de tus palabras.
Ni siquiera puedo arremeter contra vos.
Porque me podés. Porque te amé.
Me agarra una bronca.
Una bronca que no te imaginás.
No quería estar acá. No quiero estar acá. Pero estoy por tu decisión.
Ahora tengo que hacer cosas que antes no se me hubieran ocurrido hacer, ahora tengo que funcionar, cargar cuerda y empezar a marchar hacia otra dirección.
Trato de no pasarte nada de todo esto, que es mío.
Pero vos no me cuidás ni un poco. No te guardas ni un poco.
Sos.
Y me haces mierda en tu ser.
Y no dejo de pensar... ¿me querías?¿realmente te importaba?
Ojalá fueras un poco más responsable.
29.2.16
24.2.16
Prurito
Miro.
Siento un leve roce.
Hacia todos lados.
Creo que es un hilo.
Poso la mirada en el cielo, en los árboles, en el viento,-me estiro, quiero agarrarlo- en el verde de las hojas, en la luz enceguecedora del sol, en los semáforos que laten, -no llego y me molesta tanto- en los saltos de los pajaritos en la vereda, en el atropello de la masa que se entiende por gente, en los ojos cansados, -quizás sea sólo paranoica(mente), pero empiezo a sentir el roce en el resto de mi cuerpo- en las mochilas cargadas, en el brillo de la luna que persigo desde el colectivo, en la mano que desliza sus dedos sobre el cabello, -la sensación es cada vez más intensa- en el timbre de una bicicleta, en las arrugas de una camisa, en la felicidad de una sonrisa, -tira fuerte de mí- en el movimiento de alas de un insecto, en la expresión de concentración de aquel rostro, en el salto de esa nena, -trato de asir de alguna forma el hilo que me envuelve- en el gesto amable de aquella mano, en el policía parado en la esquina, en la puerta de la casa de enfrente,-pero no veo, no veo.. no puedo (remo)verlo- en los adoquines de la calle, todos juntos, pero todos solos, en el desierto que se hace pasar por la cuadra de mi casa....y de nuevo en el cielo.
¿Dónde está?
Buscando.
¿Dónde?
Buscando algo.
Este hilo..
Algo que me mueva el piso.
Quiero salir de esta maraña.