Sueño con quitarle a la vida ese tono gris que se parece a la muerte.
Voy y me meto a la ducha para ver si el jabon me lava la mala suerte.
Quiero olvidarme de todo, quiero cambiarme hasta el nombre.
No hay razon de ser el testigo de que mi vida pase sin que pase de nada.
Quiero olvidarme de todo lo que dejó una huella que me dejó marcado.
No hay un mal que dure cien años, ni hay idiota que lo soporte.
No tengo siete vidas como un gato y es hora de que me de cuenta.
Que no estoy solo
que hay alguien esperando por mí
en cualquier sitio,
con cosas nuevas para ofrecer
con mil locuras,
dispuestas todas a realizar lo irrealizable;
que tengo mucha vida por delante.
Trato de pegarle un borrón a todo lo que en su tiempo me robó una sonrisa.
Quiero recuperar el ritmo y ya no acelerarme con estupidas prisas.
No hay mal que dure cien años, ni hay idiota que lo soporte.
Salgo caminando a la calle y me tomo un taxi con destino a lo incierto.
Dejo que la vida sorprenda a ese trozo de mi que todavia no ha muerto.
Le faltaré el respeto al destino, le sacaré la lengua al pasado.
No tengo siete vidas como un gato, y es hora de que me de cuenta.
Que no estoy solo
que hay alguien esperando por mí
en cualquier sitio,
con cosas nuevas para ofrecer
con mil locuras,
dispuestas todas a realizar lo irrealizable;
que tengo mucha vida por delante.
Que no estoy solo
que hay alguien esperando por mí
en cualquier sitio,
con cosas nuevas para ofrecer
con mil locuras,
dispuestas todas a realizar lo irrealizable;
que tengo mucha vida por delante.
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