27.8.09
20.8.09
14.8.09
Y aprobé nomás mis 4 finales
8
7
7
9
No quiero agrandarme, pero me siento muy alto.
Jajajaja
Y cada uno festejará lo que lo haga feliz.
¡Que pasen una linda noche de viernes!
Aprovechen lo que tienen que no saben cuánto puede durar
y peleen por lo que quieren si es que les interesa mantenerlo.
(Mami ¡feliz cumple!)
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No quiero agrandarme, pero me siento muy alto.
Jajajaja
Y cada uno festejará lo que lo haga feliz.
¡Que pasen una linda noche de viernes!
Aprovechen lo que tienen que no saben cuánto puede durar
y peleen por lo que quieren si es que les interesa mantenerlo.
(Mami ¡feliz cumple!)
12.8.09
Avances.
Queda una
y
bien o mal
lo voy logrando
pequeñas metas
pequeñas cosas
que voy tachando.
Orgullosa de mí misma.
Vamos a ver a dónde llego.
Qué lindo saber que todo va a salir bien.
[Fuego]
y
bien o mal
lo voy logrando
pequeñas metas
pequeñas cosas
que voy tachando.
Orgullosa de mí misma.
Vamos a ver a dónde llego.
Qué lindo saber que todo va a salir bien.
[Fuego]
7.8.09
Camino
Se alargan los días...
Siente que golpean a la puerta.
Dos golpecitos, cortos pero decididos.
Sentado del otro lado de la mesa, puede ver la puerta.
Está levemente entreabierta..
tan levemente que sólo un angostísimo haz de luz
-tan angosto como un hilo-
puede atravesar esa habitación oscura
donde él reposa, aguardando.
Está cansado,
agobiado.
No sabe si abrir.
Se debate en su interior.
Que sí.
Que no.
¿Qué tan difícil puede ser levantarse del sopor,
ese enemigo cruel que te rodea, te envuelve en su gris manto,
y te encierra, te deja solo en la oscuridad?
¿Qué tan difícil puede ser liberarse de él?
Muy. Muy.
Debes saber que tu tienes poder...
Pero alguien golpeó...
¿Por qué habrá tocado?¿Se estará confundiendo de lugar?
No importa.
Basta de dudar.
Está llamándote, está buscándote.
¿No es eso suficiente?
Camina.
Cada paso es de plomo, de acero, de estaño, de antimonio.
Un pie y después el otro. Pero pesan.
Llega a la puerta.
Sigue vacilando.
Se inclina hacia adelante, estira la mano;
se inclina hacia atrás, retira la mano.
Dale algo a mi existir...
Resolución.
Abre la puerta. Mira a los lados.
En el fondo de sus ojos almendra, quedan como borras de café,
como sedimentos bajo el río, una vez que la ilusión se desvanece,
sombras de tristeza y restos de costumbre.
Nadie salió a su encuentro.
¿Habrá demorado demasiado?
Nuevamente lo domina el tedio.
Se nota.
Camina lentamente hasta su asiento.
Pero deja la puerta abierta.
Qué otra cosa importa si estamos aquí...
Una vez en su lugar,
visualiza todo el ambiente ahora iluminado.
Es muy lindo.
Austero, sencillo, simple.
No tiene mucha decoración,
no llama la atención,
pero la calidez que emana es notoria.
El juego de mesa y sillas es de madera.
Sobre la mesa espera una taza con un té humeante.
El frío entra por la puerta junto con el sol.
De nuevo cierta indecisión.
Es que dejar la puerta abierta
permite la entrada de muchas cosas.
La bonita casa ya ha sufrido ciertas ventiscas,
y la hojarasca ensució bastante.
Y siempre es él quien termina ordenando todo.
La que entra con la hojarasca toma el té y se va.
Pero el que limpia el desastre es él.
A veces no tiene ganas de limpiar el desastre...
Voy con el alba, voy a luchar, voy cabalgando por mil caminos...
Pero no.
Esta vez va a dejarla abierta.
No importa.
Quizás entre más sol. Eso espera.
O alguna curiosa, sólo porque
la dejó abierta.
[Camina, un paso, dos, tres. Mientras siga adelante no hay problema, pero si se pega el porrazo de su vida...va a estar complicado volver a levantarse. Pero no importa, porque decidió caminar.]
Siente que golpean a la puerta.
Dos golpecitos, cortos pero decididos.
Sentado del otro lado de la mesa, puede ver la puerta.
Está levemente entreabierta..
tan levemente que sólo un angostísimo haz de luz
-tan angosto como un hilo-
puede atravesar esa habitación oscura
donde él reposa, aguardando.
Está cansado,
agobiado.
No sabe si abrir.
Se debate en su interior.
Que sí.
Que no.
¿Qué tan difícil puede ser levantarse del sopor,
ese enemigo cruel que te rodea, te envuelve en su gris manto,
y te encierra, te deja solo en la oscuridad?
¿Qué tan difícil puede ser liberarse de él?
Muy. Muy.
Debes saber que tu tienes poder...
Pero alguien golpeó...
¿Por qué habrá tocado?¿Se estará confundiendo de lugar?
No importa.
Basta de dudar.
Está llamándote, está buscándote.
¿No es eso suficiente?
Camina.
Cada paso es de plomo, de acero, de estaño, de antimonio.
Un pie y después el otro. Pero pesan.
Llega a la puerta.
Sigue vacilando.
Se inclina hacia adelante, estira la mano;
se inclina hacia atrás, retira la mano.
Dale algo a mi existir...
Resolución.
Abre la puerta. Mira a los lados.
En el fondo de sus ojos almendra, quedan como borras de café,
como sedimentos bajo el río, una vez que la ilusión se desvanece,
sombras de tristeza y restos de costumbre.
Nadie salió a su encuentro.
¿Habrá demorado demasiado?
Nuevamente lo domina el tedio.
Se nota.
Camina lentamente hasta su asiento.
Pero deja la puerta abierta.
Qué otra cosa importa si estamos aquí...
Una vez en su lugar,
visualiza todo el ambiente ahora iluminado.
Es muy lindo.
Austero, sencillo, simple.
No tiene mucha decoración,
no llama la atención,
pero la calidez que emana es notoria.
El juego de mesa y sillas es de madera.
Sobre la mesa espera una taza con un té humeante.
El frío entra por la puerta junto con el sol.
De nuevo cierta indecisión.
Es que dejar la puerta abierta
permite la entrada de muchas cosas.
La bonita casa ya ha sufrido ciertas ventiscas,
y la hojarasca ensució bastante.
Y siempre es él quien termina ordenando todo.
La que entra con la hojarasca toma el té y se va.
Pero el que limpia el desastre es él.
A veces no tiene ganas de limpiar el desastre...
Voy con el alba, voy a luchar, voy cabalgando por mil caminos...
Pero no.
Esta vez va a dejarla abierta.
No importa.
Quizás entre más sol. Eso espera.
O alguna curiosa, sólo porque
la dejó abierta.
[Camina, un paso, dos, tres. Mientras siga adelante no hay problema, pero si se pega el porrazo de su vida...va a estar complicado volver a levantarse. Pero no importa, porque decidió caminar.]
6.8.09
Lindo díiaaaaaaaaa
¡Qué lindo día!
Y la luz que le das a mis ojos, sol divino...
y el calor que le das a mi piel
mientras camina bajo tu fuego
que irradia el limpio cielo.
Amo estos días.
Me llenan de felicidad.
[Sola sola, le gusta pasear]
Y la luz que le das a mis ojos, sol divino...
y el calor que le das a mi piel
mientras camina bajo tu fuego
que irradia el limpio cielo.
Amo estos días.
Me llenan de felicidad.
[Sola sola, le gusta pasear]
5.8.09
3.8.09
Irresistible
Rico...
Prohibido,
pero tan deseado.
Aunque nos dijeron que no,
(aunque nos decimos que no),
ejerce tal fuerza atrayente
que uno, pobre,
quiere evitar,
quiere resistir,
pero es tan...
se ve tan...
delicioso.
Uno trata de refrenar el deseo,
de callar el secreto que lleva a cuestas:
Pretende que no mira,
para no caer;
trata de pensar en otras cosas,
trata de satisfacerse con otros...
Pero no hay como ese.
Es tan irresistible.
Provoca aunque no hace nada.
Intentando no ser descubiertos,
lo anhelamos de todas maneras.
Necesitamos que nuestros labios
vivan ese momento,
disfruten de esa dulzura...
Y sin que nadie nos vea,
sucumbimos a la tentación:
nos acercamos,
estiramos la mano,
conseguimos aquello tan pretendido...
Nos derretimos con su imagen,
nos regocijamos con el logro.
Sentimos su textura,
disfrutamos su aroma,
dejamos que nuestros labios sientan
esa explosión calma
ese delicado estallido dentro de nuestra boca,
esa violenta dulzura,
la mansedumbre del mar
y la pasión de las olas;
todas juntas en un mismo momento,
en un solo lugar.
Cada detalle nos envuelve
dándonos sólo goce divino del momento
mientras nos sentimos perseguidos,
pero eso sólo nos produce más placer
y nos deleitamos con ese atractivo sabor.
Finalmente, aunque parece eterno,
el instante se evapora.
Uno deja todo tal cual,
para que nadie, jamás,
note el suceso.
Pero sabe que volverá a experimentar
ese embeleso
ese éxtasis
porque no puede resistir
aquel seductor susurro
de los caramelos prohibidos.
Prohibido,
pero tan deseado.
Aunque nos dijeron que no,
(aunque nos decimos que no),
ejerce tal fuerza atrayente
que uno, pobre,
quiere evitar,
quiere resistir,
pero es tan...
se ve tan...
delicioso.
Uno trata de refrenar el deseo,
de callar el secreto que lleva a cuestas:
Pretende que no mira,
para no caer;
trata de pensar en otras cosas,
trata de satisfacerse con otros...
Pero no hay como ese.
Es tan irresistible.
Provoca aunque no hace nada.
Intentando no ser descubiertos,
lo anhelamos de todas maneras.
Necesitamos que nuestros labios
vivan ese momento,
disfruten de esa dulzura...
Y sin que nadie nos vea,
sucumbimos a la tentación:
nos acercamos,
estiramos la mano,
conseguimos aquello tan pretendido...
Nos derretimos con su imagen,
nos regocijamos con el logro.
Sentimos su textura,
disfrutamos su aroma,
dejamos que nuestros labios sientan
esa explosión calma
ese delicado estallido dentro de nuestra boca,
esa violenta dulzura,
la mansedumbre del mar
y la pasión de las olas;
todas juntas en un mismo momento,
en un solo lugar.
Cada detalle nos envuelve
dándonos sólo goce divino del momento
mientras nos sentimos perseguidos,
pero eso sólo nos produce más placer
y nos deleitamos con ese atractivo sabor.
Finalmente, aunque parece eterno,
el instante se evapora.
Uno deja todo tal cual,
para que nadie, jamás,
note el suceso.
Pero sabe que volverá a experimentar
ese embeleso
ese éxtasis
porque no puede resistir
aquel seductor susurro
de los caramelos prohibidos.